martes, 27 de enero de 2009

El Viaje...


Camino por calles opacas y melancólicas, trato de crear historias nuevas para entretener mi paso, río sola y con la mirada perdida vuelvo a entrar a mi mundo de fantasías locas y poco comunes. Tarareo una canción de triste melodía, hablan de desamores y sin sabores de las relaciones humanas. Me gusta ese amargo aroma que dejan en mi pecho. La soledad es mala me decían desde pequeña, jamás entendí por qué, tal vez ahora puedo descifrar aquellas palabras cargadas de mensajes subliminales. Con el pasar del tiempo uno va experimentando variados tipos de sensaciones, sentimientos y todo lo que tenga que ver con el cuerpo. Nunca querría borrar las huellas que éstas han estampado en mis entrañas, aunque algunas aun provoquen ardor y de vez en cuando alguna lagrima innecesaria.
Ya es media noche y sigo viajando por mis ideas, ideas poco concisas pero que me hacen salir de este asfixiante entorno lleno de cosas que carecen de verdadera importancia. Inadaptada dicen por ahí, inconformista por otros lados, hasta con problemas psicológicos he escuchado decir, quizás tengan algo de razón, la verdad creo que sé de muy pocas cosas de las que hay que saber, de las que el mundo sabe, tampoco es que me interese aprenderlas, es más, me aterra la idea de no poder pensar en lo que me gusta, en lo que me hace lo que soy. Hay muchas cosas que deberían gustarte me dice una voz en off que aparece de repente en mi oído derecho, pero miro fijamente hacia una pequeña ventana y bloqueo esas palabras.
En estos momentos tengo la sensación de querer volver a ciertas épocas de mi loca existencia y con un suspiro lánguido, que se pierde en el aire, recuerdo las veces en que estuve poseída por Eros. Creo que lo que más raro de aquellas situaciones es la capacidad que uno tiene de llevar sus emociones al limite reír con todas tus risas y de llorar con todas tus lagrimas (como alguna vez leí por ahí). Aunque suene depresivo, si hay que sufrir por algo, para que valga la pena, debe ser hasta morir de dolor, así puedes volver a levantar la mirada y seguir por el camino de las aventuras.
Las horas pasan sin preguntarme, el tiempo no se detiene pese a que yo quiero detener un segundo mi vida para dedicarme sólo a pensar, mi cuerpo es victima de estas leyes que me cuestan entender, mis ojos cansados se cierran, pero hay algo en mí que quiere seguir en esta actividad poco “productiva”. En pocas horas debo seguir con mi vida, esa que me impusieron desde que nací.