martes, 24 de mayo de 2011

Los triste días de noviembre.


Con dos gotas de dolor, 
tan solo dos…
Un trozo de desequilibrio.

Hoy busqué -otra vez-
lo que pensé había perdido…
Hoy en mi incansable búsqueda
por creer haber perdido algo,
me he quedado con dos vacíos…
Uno: sigue la sensación de que algo me falta…
Dos: donde busqué nada había mío…

Hoy descubrí que las ideas
no son suficiente para vivir,
hoy también entendí
que la miseria del amor
lo lastima a quién no sabe olvidar…

Hoy sentí más pena de mí
que de las circunstancias,
pues yo las creo y me autoengaño…

Hoy la vida 
ha pasado dos veces en un segundo…
No tuve alas y me estanqué,
se atrofiaron con la ausencia
de un cuerpo sin vida,
que no me habló,
no me tocó,
ni me miró…

Hoy lamentablemente
me salí de la situación.
Hoy mis ojos secos
Tocaron una realidad moribunda
Y mis manos se quedaron
Con un paisaje mudo, roto.

lunes, 16 de mayo de 2011

Soy latinoamericana.

Me gusta la filosofía desde mi realidad como latinoamericana.
Como aquella que vive un sincretismo cultural y religioso,
Como una persona que que se ve encubierta por una imagen mediocre, en subdesarrollo, tercer mundista, viviendo en la periferia…
Soy una mujer latinoamericana que por una extraña razón tiene algo de sabor en la sangre,
Que dibuja en su rostro rasgos indígenas. Soy de las que vive a la defensiva por la dependencia y dominación histórica que heredó -una resentida-.
Soy una latinoamericana como todos y todas, como cualquiera, que se aburre de leer autores europeos, filosofía griega, alemana, francesa, inglesa...
Que se aburrió de estar mirando hacia el centro, de su dios, de cristo, de esos mitos occidentales, omnipotencia, omnipresencia, dualismos.
Que defiende a su clase y que por ello odia que casi toda su riqueza natural esté en manos de extranjeros, neocolonizadores que nos explotan, nos contaminan, nos esclavizan, nos roban, se creen mejores que nosotros y son basura blanca.
Soy una persona del sur del mundo que está aburrida de los fetiches, del sueño americano, de los gringos, de los europeos, sus novelas, sus inventos, de las bodas reales, el progreso, la gente linda, del terrorismo yanki, de sus guerras para salvar el mundo, de sus parámetros, de su tolerancia, de su libertad, de sus juegos, de su cultura, su política, sus idiomas oficiales.
Soy una hija de la tierra que se aburrió de asumir y morir por ideales de gente que no vive, ni vivió esta realidad poco amable, de opresiones, golpes, dictaduras y fracasos obligados, de sus guerras frías, pues ellos que las crean, y de nuestras guerras calientes, porque somos nosotros a quienes mataron y quienes además estuvimos obligados a usar las armas que ellos mismos construyeron.
Soy de la montaña andina, de la selva amazónica, del sur del mundo, de ese mundo mágico maravilloso, creacionista, sencillo... donde a mitad de calle encuentras una “animita” y en donde compras el diario para ver avisos de brujos que unen parejas. Soy de este mundo, no de otro.
Soy como cualquier latinoamericana, a quien quieren dividir de sus hermanos, de sus vecinos, a quien los medios de comunicación le mienten y la confunden para que considere al hermano andino como inferior, como incivilizado.
Soy esta latina que quiere re-construir su Latinoamérica, que escupe en la cara del español colonizador, en una noche de locura nortina.

sábado, 14 de mayo de 2011

En una calurosa tarde de febrero...

La explosión de emociones fue inminente,
estaba ella mirando de lejos, 
sobre un cerro de locuras,
observando el espectáculo,
disfrutando extrañamente de la contemplación...

La tarde pálida y el viento húmedo
la acompañaban. 

Nada había en su rostro,
solo un par de ojos
- grandes y pardos- 
que miraban atentos, fijos
y sus cabellos
-largos y negros- 
que volaban con la brisa
de aquel árbol.

Las manos en las rodillas y un cuerpo inmóvil,
con aspecto de pasividad obligada .

De pronto su mirada se cubre de estrellas,
era quizás la noche que llegaba imponente,
o tal vez su vida que se apagaba derepende.

Cambió de posición y boca arriba
miraba el cielo
-aveces en la oscuridad todo se ve más claro-

Quieta, con sus manos ahora en el estomago
y las rodillas que formaban montañas
se hacía parte de la escenografía, del lugar.

Su piel se erizaba con el viento
y a ella parecía no importarle,
nunca nada parecía importarle.