Estoy buscando una salida
/o entrada/
a nuestra realidad.
He bosquejado con mi lengua
una puerta
en las paredes
de tu cuerpo extraño...
Me he movido por tus calles
y me he hidratado con tu saliva,
de tu sudor después del sexo...
vuelvo a tocar
-con los ojos cerrados-
y
con la punta de mis dedos,
tus bellos púbicos.
Mis labios están rojos,
brillantes,
ardientes, hambrientos...
Veo tus ojos exaltados,
los sonidos animalescos
que se escapan de tu boca,
tu nariz.
Tus manos apretando mis muslos,
cortando la piel,
enrojeciendo, quemando...
Me extiendo en la cama,
respiro profundo
y veo tu cabeza enredada entre mis piernas,
humedeciendo mi vagina.
Veo noches de excesos
que terminaron
en una habitación
y escenas post-porno...
-estábamos locos-
tú piel tuvo un perfume que embriaga,
tú lengua quemó lugares
prohibidos de mi cuerpo...
-loca yo estaba-
Te devoré en tantas ocasiones
que tuve que construirte otro cuerpo.
-el loco eras tú-
la melancolía de querer enredarme
en tu cabello negro, ondulado,
y tu barba áspera,
rasgando mi piel,
mi pubis,
mi pecho,
mi espalda,
mis pies...
mantienen un fuego
que /pese a la ausencia/
aún no puedo apagar.