La explosión de emociones fue inminente,
estaba ella mirando de lejos,
sobre un cerro de locuras,
observando el espectáculo,
disfrutando extrañamente de la contemplación...
La tarde pálida y el viento húmedo
la acompañaban.
Nada había en su rostro,
solo un par de ojos
- grandes y pardos-
que miraban atentos, fijos
y sus cabellos
-largos y negros-
que volaban con la brisa
de aquel árbol.
Las manos en las rodillas y un cuerpo inmóvil,
con aspecto de pasividad obligada .
De pronto su mirada se cubre de estrellas,
era quizás la noche que llegaba imponente,
o tal vez su vida que se apagaba derepende.
Cambió de posición y boca arriba
miraba el cielo
-aveces en la oscuridad todo se ve más claro-
Quieta, con sus manos ahora en el estomago
y las rodillas que formaban montañas
se hacía parte de la escenografía, del lugar.
Su piel se erizaba con el viento
y a ella parecía no importarle,
nunca nada parecía importarle.
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