miércoles, 14 de septiembre de 2011

Uno

I
No sé qué hora es, de todos modos es lo que menos me importa. Las luces son bajas, brumosas y tengo un dolor miserable en el último hueso de la columna.
Hace unos días soñaba con la melancólica compañía de la soledad, no imaginé que vendría acompañada de la decadencia física.
No puedo hacer nada más que escribir y fumar, dos cosas que indudablemente me gustan, es más, son dos de las tres cosas que amo hacer –la tercera es beber vino en caja-.
Me siento como Frida Kahlo, pero en vez de estar postrada de espalda estoy de lado y en vez de pinar, escribo.
Las horas devienen lentas y asesinas, como si disfrutaran de mis quejumbrosos expresiones verbales y para-verbales.
Ayer estaba estancada en la el dolor, el desamor y la destrucción, hoy solo quiero quietud inquieta. Quiero sentarme en un silla de madera con un vaso de vino y reírme de la gente, de los desastres naturales, humanos y de la miseria. Quiero también reír de mí misma.

La realidad ha perdido sentido y lo peor  de todo es que mi cuerpo me grita esquizofrénicamente: ¡eres una idiota!, ¡una mierda! (já... como si no lo supiera). Es como si satanás me hubiese vomitado ácido justo ahí.
Ahora... trato de encontrar una mirada directa en las pinturas que hice en algún momento y están en las paredes de mi pieza, pero todas ellas están mirando hacia el cielo ¡qué irónico!, sólo necesito que algo o alguien me mire a los ojos y me hable, me cuente un poco de cómo se siente y así, tal vez, pueda saber cómo me siento yo, eso sería como verse reflejado en el otro, pero, no sé si habrá tanto vacío en el otro.
Desconozco el arte de la música, pero sé que podría escribir acordes con el dolor que siento tum-tum-tum, acordes algo roncos y tristones, con un poco de altanería y furia, como los acordes del amante que pilló a su amada en la cama con otro. una bomba directa al ego. 
No tengo ni mirada, ni semblante amable, sé que nadie, aparte de mis cercanos, podría llegar a amarme y creo que eso es bueno. La mayoría de la gente odia cosas que no son odiables, yo, en cambio, odio el sentimiento que produce la necesidad, el sentimiento que en verdad no siente¿Eso sería odiar la mentira? 


Siempre supe que me costaría vivir la vida, recuerdo que a los cinco años, en mis viajes en micro, me entretenía mirando los rostros de las personas que estaban en la calle y pensaba angustiosamente; ¿qué habrá tras ellos?, ¿cómo serán sus vidas distintas a las mías? todo eso me atormentaba, presionaba mi pequeño pecho. Hoy creo que era mejor no pensar en nada. Siempre le tuve fobia a la gente, dibujaba pecados en mi mente que algún día concretaría, como matar a alguien, follar con alguna persona prohibida o molestar a la gorda o al homosexual de la clase.  
No sé por qué me ilusiono pensando en mañana, como si el inicio de un nuevo día cambiara en algo las cosas. Quizá sea porque me provoca demasiada ansiedad el insomnio, tengo miedo de no poder dormir nunca más.
¿Pesimismo?, es mejor que cagar flores y arco iris por todo el mundo, encontrar frases de intelectuales muertos y enseñarles a vivir a las personas –malditos lame vergas-.  

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